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En los últimos
ocho años de democracia, nuestro país
ha asistido a un fenómeno sostenido y creciente
de inclusión social, merced al compromiso político
del matrimonio Kirchner, que supo guiar el destino
de la nación hacia un futuro que nos permite
soñar con una república más justa,
más equitativa y con más oportunidades
para todos los argentinos.
El fenómeno de la inclusión social ha
asomado como una de las notas distintivas de este
proyecto, que ha dado lugar a infinidad de realidades
que superaron el discurso de quienes, en diferentes
ámbitos, alineados tras las banderas K, asumieron
responsabilidades y compromisos para hacer reales,
las promesas de bienaventuranza amplia, para sectores
históricamente olvidados y postergados.
Quienes nos identificamos con esta realidad inclusiva
(y digo "realidad" porque hace años
que la inclusión ha dejado de ser proyecto),
consideramos que queda mucho trabajo por hacer. Entendemos
que la inclusión social reviste, como mínimo,
dos aspectos esenciales: uno caracterizado por las
urgencias, que adecuadamente atendida es eminentemente
transitoria, y el otro, vinculado a la necesidad de
generar estructuras sostenibles en el tiempo.
En efecto, tantos años de olvido, han requerido
una acción directa del gobierno, tendiente
a paliar las urgencias alimentarias, de salud, de
vivienda, de trabajo y tantas mas. La asignación
universal por hijo, el plan federal de viviendas,
las cooperativas de trabajo, y tantas iniciativas
mas, son respuestas a las demandas urgentes de inclusión.
Sin perjuicio de considerar que siguen existiendo
urgencias que atender, me he sumado a este proyecto,
con la ambición de dar el salto de calidad
que la inclusión requiere, considerando que
Juani tiene la capacidad de gestión para, acompañado
por el equipo de trabajo del que formo parte, lograr
los resultados sostenibles a que me refería
antes.
Las cooperativas de trabajo, estructura esencial del
plan de inclusión social, deben erigirse como
los cimientos de la referida estructura sostenible
en el tiempo. El trabajo dignifica a la persona, genera
cultura de trabajo, suscita seguimiento en los hijos
que al volver de la escuela esperan a sus padres volver
del trabajo.
El asistencialismo, por el contrario, atiende urgencias,
y es necesario; pero mal gestionado genera clientelismo
político; dirigido solo a paliar las urgencias,
genera ciudadanos sometidos por sus propias necesidades
y por la imposibilidad de desprenderse de la necesidad
del favor político. Y la política es
dinámica, y los políticos son transitorios:
una política de inclusión real sostenible
en el tiempo requiere el compromiso político,
la grandeza de gestión, de incluir liberando
y solo de libera generando estructuras para que las
urgencias que atender sean cada vez menos, y las estructuras
de trabajo desarrollen cada vez mas, personas independientes,
que reciban apoyo del estado para sostenerse, no como
favor del príncipe, sino como respaldo seguro
que garantice un futuro mejor, para si mismos y para
sus hijos.
Finalmente, considero que si la ciudadanía
acompaña esta propuesta, los resultados redundarán
en beneficio de todos ya que la cultura de la inclusión
a través del trabajo digno devendrá
en una realidad mas justa, para quienes siempre han
estado incluidos socialmente en el sistema, y - sobre
todo - para quienes, merced al modelo político
por el que luchamos, han pasado a formar parte de
una Argentina mas justa, equitativa y promisoria.
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